Amado Salvador mío, mi buen Jesús, que por medio de tu sagrada imagen de Araró, renuevas con frecuencia en favor de los que te veneran, aquellas misericordias que obró tu gran amor en la Palestina, cuando peregrino en el mundo dabas vida a los muertos, vista a los ciegos, movimiento a los tullidos y en general salud a todos los enfermos y lo que es más, luz a las almas, para que salieran de sus culpas: Yo Señor, cual otra Magdalena amante, postrado ante tus soberanos pies, te suplico confiado, apliques tu amorosa mirada al socorro de todas mis necesidades. Mira Padre amoroso como he deformado tu imagen que pusiste en mi alma, luego que recibí el sagrado Bautismo. ¿Quién sino el pecado fue la causa de tan grave pérdida? ¡Ay, Jesús mío! ¡Y cómo me avergüenzo aún al decirlo! Más vivo confiado en que, arrepentido de mis pecados, me has de recibir en tu amistad y gracia. No olvides Señor a tu Santa iglesia; mira por el Santo Padre el Papa, cabeza visible de la misma, a nuestros obispos y sacerdotes y a los que se preparan en el Seminario, a nuestros gobernantes, a todos concede tus luces celestiales para cumplir sus obligaciones de estado, reparte también a todos tus fieles devotos todas las gracias que necesiten para el cumplimiento de sus obligaciones. Y viviendo y amándonos todos en esta vida, vayamos por tu sangre preciosa a continuar tan dulce amor en la Gloria. Amén.
(Se hace la petición personal. Se reza un Padre Nuestro y un Ave María por los pecadores)
Soberano Señor de Araró
Ruega por nosotros.
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